El lugar de la cultura

Carmen Gloria Larenas

Más allá de la discusión constitucional que se avecina y que para la cultura demanda el desafío de consagrarla como un derecho fundamental, la realidad indica que lo más complejo será aterrizar a lo cotidiano el texto constituyente para que se convierta en lo que promete, un pilar fundamental de una nueva etapa.

Lo realmente central y que dará definitivamente otra dimensión a la cultura, es considerarla como uno de los ejes de desarrollo del país, y así aprovechar su potencial creativo, innovador, diverso y transversal para conectar a las personas. Para las políticas públicas, la cultura es un excelente puente de ayuda en materia de salud mental, educación (creatividad e innovación), productividad (trabajo en equipo y disciplina) y ciudad (planificación urbana).

Este último punto es más importante de lo que parece. En tiempos de crisis económica como estos, es vital recordar que la cultura tiene un papel central para el desarrollo de las ciudades y puede transformar las economías urbanas. Por ejemplo, en la Mesa de Expertos Red Ciudad y Cultura de diferentes países, convocada por el BID hay conciencia de que existe un enorme potencial al mirar, por ejemplo, los barrios y la ciudad como un todo cultural. La instancia busca desarrollar lineamientos técnicos y operativos que guíen el quehacer del banco en el corto, mediano y largo plazo; reflexionar sobre la relación productiva entre desarrollo urbano y cultura; y analizar el rol que juega la cultura en la construcción de ciudades sostenibles, innovadoras, inclusivas y resilientes.

En esta Latinoamérica de ciudades segregadas que habitamos, es necesario hacer una auditoría cultural para conocer cómo estamos en materia de infraestructura y espacios de encuentro públicos. En la comuna de Santiago, la colorida intervención del paseo Bandera del Estudio Victoria, ha generado otra manera de transitar por ese lugar, por el solo hecho de incorporar colores en 400 metros de cemento.

Al no dar a la cultura un rol estratégico en el desarrollo urbano, estamos perdiendo oportunidades de agregar valor a nuestras ciudades. Y por eso es necesario aprovechar los tiempos de crisis que estamos viviendo y tomarlos como una oportunidad para repensar la forma en que construimos y gestionamos las ciudades, pensando siempre en las personas que viven y transitan por ella, de las más diversas maneras posibles.

Es un imperativo del progreso que el diseño urbanístico futuro considere espacios públicos orientados al desarrollo de la cultura en su sentido amplio, y por una simple razón: la cultura nace y se despliega en un entorno gregario y la ciudad debe proveer el espacio que libera la creación innovadora, artística, identitaria. El lugar de la cultura no debe quedar radicado como prioridad conceptual en un grupo de intelectuales. El verdadero desarrollo integral debe ser capaz de proveer espacios físicos para que, en cada barrio y ciudad, la cultura germine espontánea y sea una base aglutinante de la nueva sociedad que empezamos a dibujar para las próximas décadas.